Para los mexicanos, el molcajete es más que un recipiente para hacer salsas, es parte de nuestra cultura. Por eso aquí te contamos todo sobre él.
¿Qué es?
De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia, el molcajete proviene de las palabras náhuatl: mollicaxtli y temolcaxitl que significan “cajete para la salsa” o “cajete de piedra para el mole”.
Este utensilio de cocina, tuvo su primera aparición en la prehistoria, ya que se han encontrado varios vestigios en las excavaciones antropológicas. Conforme con lo investigado, fue la primera herramienta que utilizaron nuestros antepasados para moler diversos ingredientes, principalmente chile y maíz.
Actualmente, no puede faltar en las cocinas mexicanas, ya que está hecho de piedra porosa o volcánica, la cual le da un sabor inigualable a las salsas o moles.
Original y copias
El molcajete se ha convertido en una artesanía mexicana muy cotizada, debido a su popularidad y su gran utilidad. Para su elaboración, el artesano redondea la piedra volcánica con una picadera hecha de hierro forjado, después marca las patas con un cincel y martillo y al terminar ahueca la superficie (este último es el procedimiento más complicado porque al pegar muy duro se puede romper).
Un artesano experimentado puede tardar entre 4 a 6 horas haciendo un ejemplar de estos, mientras que un aprendiz puede hacerlo entre 2 o 3 días. Por eso al consumir estos productos, apoyamos al comercio local, el cual se ha visto severamente afectado por las imitaciones chinas.
En el 2019, el colectivo “Artesanos de Piedra Volcánica de Comonfort, Guanajuato, Tradición Mexicana Milenaria” decidió registrar una marca colectiva ante el IMPI (Instituto Mexicano de Protección Industrial) para que sus productos estuvieran avalados y así evitar las copias de baja calidad. Fue hasta el 2021 que este distintivo fue concedido y tiene vigencia hasta el 2029.
¿Cómo curarlo?
Es muy importante saber que el molcajete debe curarse antes de usarlo, esto es muy sencillo, sólo se debe moler semillas dentro de él, machacar hasta que se pulvericen y enjuagar, una vez que el agua ya no tenga residuos, ya puede usarse de forma cotidiana.
¿Y tú ya tienes el tuyo en casa?
Fuentes